30.5.18


A menos de dos semanas de que comience a rodar el balón en la cita mundialista de Rusia, JG Da Yenchi nos introduce en el microclima/mundillo de compra, venta, robos, trueques, aprietes y demases (?) de otra cita mundialista por antonomasia: llenar el álbum de figuritas Panini.




¿Vendés? ¿Qué brillante tenés? ¿Escudos? ¿Leyendas? ¿Primera Página?

La fiebre coleccionista en su versión “Rusia 2018” corre como un tren sin frenos para los que van a bordo en el viaje de completar el álbum mundialista. Los ajenos y más lejanos al "Proceso" miran indiferentes y hasta con una sonrisa calma, sabiéndose inmunes a esa locura.

Locura porque sin mediar aviso te volvés a la fuerza un mediador, un diplomático y un espartano al mismo tiempo y en cuestión de pocos segundos. Representante plenipotenciario de vos mismo hasta por ahí nomás, estás un domingo sobre las dos de la tarde en la esquina de 18 de Julio y Fernández Crespo dispuesto a quemar cartuchos.

Izás las velas y te adentrás en el feudo de un veterano vendedor que no sabe de satisfacción del cliente, ni de “ganar-ganar” y que no tiene un solo cartel donde promocione sus “cotizaciones” como sí hacen otros, adentrados en la propia feria de Tristán Narvaja y más mediáticos alternándose entre conejos, hamsters, plantas, peces, peceras y jaulas. 

Este otro feudo es ajeno a la cartelería, está alejado tres cuadras del bullicio y no tiene promoción ni atractivo excepto el de montañas de figuritas. A buen entendedor, con buen olfato e intenciones de poder negociar en buenos términos la situación, le huele a peligro como cantó alguna vez la chilena Myriam Hernández, y quien seguramente no se hizo, se hace ni se hará problema nunca por el álbum Panini.

Y es que el buscado no es ni Suarez, ni Cristiano, ni Neymar: el buscado es el 225 en la espalda del universo Panini, de nombre Miguel Trauco y hombre de “El Tigre” Ricardo Gareca, quien devolvió a Perú a la máxima fiesta del fútbol después de treinta y seís años de ausencia.

El tema además es que ese feudo era ya el quinto establecimiento itinerante que el coleccionista devenido en mediador visitaba en el lapso de una hora, después de haber trillado Parque Rodó y varias otras mesas de la feria más famosa de Montevideo y el Uruguay todo, sin pista alguna del jugador incaico. Encontrándolas apenas ordenadas por país, rústicamente y con nulo cariño en su disposición, se da curso a la revisión de figuritas disponibles después de un parco saludo y en principio limpio acuerdo con el poco amistoso vendedor de que el canje es de “tres por una”.

Su mirada inquisidora y atenta acompaña desde un costado tus movimientos, y la paciencia en uno va decreciendo pero sin desviar la atención del foco principal y el plan maestro: encontrar a Miguel Trauco. Entregar tres repetidas cualesquiera como parte de pago. Salir de ahí en escape triunfal…

Alemanes, belgas, croatas, nigerianos, peruanos… Y ahí, en cuestión de uno o dos minutos apareció el gran Miguel Trauco, el más buscado de los herederos del Imperio Incaico, de los Oblitas, de los Chemo del Solar y de los Chorlis Palacios. Acto seguido: ejecutar el trueque.

Decís que te sirve, el vendedor asiente, desenfundás tu mazo de repetidas, separás los tres primeros jugadores que podés y se los das creyendo que todo el pescado está vendido y que nada puede salir mal. 

Error.

— Esto no me sirve para nada —suelta una inesperada bravuconada.
¿Disculpe? —respondo.
— Que esto no me sirve para nada... ¿No tenés nada de Uruguay?—refunfuña y desparrama figuritas sobre la mesa de venta.

Por dos segundos el momento es tenso, o petrificante al menos para mí. El mazo que volvía a refugiarse en en el bolsillo ve trunco el descanso, y del mismo aparece mágico “Josema”Gimenez, con el 86 en su espalda Panini. Al cruce. Un cierre digno de su calidad de zaguero, evitando que en pleno mercado de pases se caiga la sonada transferencia de Miguel Trauco de las faltantes a las conseguidas.

Sabor a triunfo mientras los pasos me van alejando del feudo. Una simple batalla en una larga guerra librada por semanas. Mientras Panini en sus stands y casa central incumple temporalmente la pauta puesta por escrito en la contratapa del álbum con su frase “Los álbumes Panini siempre se completan”, ya que todas las figuritas brillantes están agotadas por completo y “volverían” a aparecer “en quince días”. (Incertidumbre, olor a estafa o una versión elegante del viejo “vení mañana que hay croquetas”).

Mientras tanto, y probablemente con intacto o hasta incremental fervor hasta el jueves 14 de junio para después decaer, va a seguir el bullicio de padres y madres, niños y niñas, viejos y jóvenes, en la esquina de dos calles cualquiera, en un shopping, en la feria o hasta en la entrada de algún hipermercado. Alimentando que uno escriba que se trata de una locura y con una alta dosis de justificación porque festeja al final del día haber conseguido los escudos de Francia y Argentina. Y sigue atrás de la 2 que es la brillante con la Copa, de la 7 con la pelota oficial, de la Leyenda de Italia 1982 que es la 662.

¿Vendés? ¿Qué brillante tenés? ¿Escudos? ¿Leyendas? ¿Primera Página?



Cebó: JG Da Yenchi

1 comentarios:

n dijo...

enormoso post mani pulite;

guardo un querido no panini fabián perea, cuando los tiempos eran flacos y los gurises fueron grandes.


es verdad que a jg da yenchi lo ganó centrojá en una mesa de póker?

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