La 15: Uruguay campeón de América

¡¡¡Uruguay campeón!!!

Uruguay goleó 3-0 a Paraguay y es el máximo campeón de América al ganar su decimoquinta copa. Un título que celebra un proceso, que celebra un pueblo y que premió al mejor equipo del torneo.

La frase no hace referencia, en este caso puntual, al patriotismo, sino a lo que lograron los jugadores y cuerpo técnico. Es sobre ellos. Un proceso, una dirección que alcanza un título que acorta caminos y afianza una realidad. Uruguay es el nuevo campeón de América, es el máximo ganador en su historia, con quince títulos, y está bien.

Desde el primer minuto, Uruguay salió con todo. Era el favorito y actuó como tal. Pasó por arriba a Paraguay. Más allá de la frase hecha “siempre nos fue mejor cuando fuimos de punto, no de banca”, hoy había que demostrar, y el orden, junto al fútbol, estuvieron en el Estadio Monumental de Núñez desde el vamos, con cerca de 30 mil hinchas apoyando. Apenas dos minutos de juego, un corner enviado por Diego Forlán, que cabeceó en primera instancia el capitán Diego Lugano, atajó Justo Villar (el mejor arquero del torneo), y en el rebote Sebastián Coates nuevamente de cabeza para que el volante Néstor Ortigoza ataje con la mano. Penal alevoso que el árbitro brasileño Salvio Fagundes, de discreta labor, se comió.

Uruguay era una máquina dirigida al arco de Villar: aunque sin ser un ballet, tenía al mejor jugador del certamen, el delantero Luis Suárez, quien a los 11’ fue habilitado por Diego Pérez, se perfiló y remató de zurda, con desvío en el defensa guaraní Darío Verón que descolocó a Villar, para que el balón ingrese manso junto a un palo. 1-0. Merecido.

Luego del gol, los celestes se desdibujaron tras una infracción al lateral Martín Cáceres que dejó como saldo a tres uruguayos amonestados en pocos minutos: el propio Cáceres, Diego Pérez y Álvaro Pereira.

Hasta que Diego Forlán tuvo una clara a los 32’ que tapó Villar. Ahí se reacomodó la situación, que a los 41’ dio revancha al “10” celeste: quite de Egidio Arévalo Ríos (de los mejores en la final) a un dormido Ortigoza, y gran pase que dejó a Forlán de cara a Villar para que fusile de zurda. 2-0. El partido estaba prácticamente liquidado. Y esto no por exitismo, sino simplemente porque si el arquero uruguayo, Fernando Muslera, se ponía a cebar mates en su arco no estaba mal. Paraguay no inquietó en ninguna ocasión de riesgo en la primera parte; sólo en un centro a su único delantero, Haedo Valdéz, que se fue afuera.

La segunda parte mostró el sacrificio de los volantes celestes, Pérez, Arévalo y Álvaro González, de gran torneo. Paraguay tuvo una clara: un gran remate de Valdéz que Muslera rozó con sus dedos y dio en el travesaño. Paraguay manejaba, mal, el balón que Uruguay le cedió. Ni Ortigoza, Verón o Christian Riveros jugaron bien.

Y el partido se fue con Uruguay corriendo y luchando cada balón como si fuera el último, como si estuviera perdiendo en vez de ganando una final que le correspondió desde el primer minuto. El entrenador Oscar Tabárez dio ingreso al zaguero Diego Godín y esto no sorprendió: salvo los dos arqueros suplentes (Martín Silva y Juan Castillo), el resto del plantel vio minutos en la Copa. También entró el recuperado Edinson Cavani, nuevamente de volante-punta por la derecha.

A los 89’ un gran contragolpe dejó a Forlán de cara a Villar y, con toque sutil, definió contra un palo. 3-0. He aquí el título, el premio a un proceso que inició en el año 2006, que dejó a Uruguay cuarto en el último Mundial de Fútbol y que estuvo a punto de caer, pero siempre desde afuera, jamás desde adentro, en ese sitio, íntimo, de los jugadores y su comunión con el cuerpo técnico, que respondió al presente sin jamás olvidar su historia, rica en laureles y fútbol. Y los celestes fueron premiados: Luis Suárez, mejor jugador; Sebastián Coates, revelación; Diego Lugano levantó el trofeo “fair play” (juego limpio). La historia manda, y el presente lo festeja.

Acá los goles: