6.7.18



A minutos del final y ante la derrota inevitable, Giménez rompe en llanto mientras se forma la barrera


Uruguay se fue de la Copa del Mundo con la frente en alto en cuartos de final, derrotado por una selección de Francia superior. Los Galos salieron al campo del estadio de Nizhny Nóvgorod con una idea clara: defenderse con balón dominado y con efectivos toques cortos de cara al ataque. A puro despliegue fueron ganando en el mediocampo con un partido antológico de su volante Kanté.

En un comienzo fue un partido más peleado que jugado. En Francia, el espigado delantero Giroud pivoteaba y luchaba ante Godín y Giménez; Griezmann o se volcaba sobre la punta izquierda o cerca de la media luna del área; y Mbappé jugaba abierto como puntero derecho, donde siempre amenazó con Laxalt como su sombra y limitado en su subida por el carril. En Uruguay, Stuani (sustituto del lesionado Cavani) luchó más de lo que jugó como compañero de ataque de Suárez. Nández fue el mejor de la Celeste durante la primera mitad.

En el mediocampo Kanté fue amo y señor, ganándole la posición a Torreira como eje de su equipo en el círculo central y buscando siempre al próximo Pogba para iniciar ataques verticales o abrir juego para la subida de los laterales. Francia comenzó a buscar por esta zona, aunque el partido se abrió con una jugada de pelota quieta a los 39’. Foul de Bentancur, tiro libre para cobrar como envío al área por Griezmann, amague previo del rubio que desarticuló la marca defensiva uruguaya, centro y el zaguero Varane sacó centímetros claves para desmarcarse de Vecino y peinar el balón contra un palo del arco de Muslera. 1-0.

Se iba la primera mitad y Uruguay tuvo como respuesta una jugada de balón parado en el área. Cabeceó Cáceres y Lloris, con reflejos descomunales y despliegue atlético, voló contra un palo y se mandó una de las mejores atajadas del Mundial. Godín entró exigido al área chica y lo quiso fusilar en el rebote, pero remató lejos.

Pasados los 10’ del complemento, Francia controlaba el trámite. Lo de Kanté ya era para enmarcar, una clase de volante central moderno, por su sacrificio, técnica en la recuperación y seguridad en la entrega de balones, mientras los zagueros Umtiti y Varane bancaban los embistes de un Uruguay de nula creatividad en ataque, con Suárez luchando en solitario y sin ser habilitado con remota claridad. Stuani y Betancur (este último con tarjeta amarilla) fueron sustituidos por Gómez y Rodríguez respectivamente.

Sin fútbol de Uruguay hacia el arco de Lloris y con los Galos controlando, llegó un mazazo al corazón Celeste: Griezmann recibió un balón a varios metros del área, sacó un disparo recto que Muslera quiso rechazar pero se le fue para el trampero tras un claro error técnico. 2-0.





Tras el gol, Francia siguió controlando el partido. Le puso el candado con balón dominado mientras Pogba crecía como figura a metros de Kanté. Los laterales Pavard y Hernández colaboraron más en el mediocampo que en sus puestos en una defensa que no padecía mayores sobresaltos.

En Uruguay, Tabárez mandó a Urretaviscaya como último cambio de puntero derecho; pero el Rayo no gravitó en ninguno de sus encares mano a mano ante Hernández.

Pasados los 85’ la derrota Celeste era una dura realidad. Suárez, Gómez y Rodríguez iban para adelante pero sin ideas y sin pases claros. El equipo sintió la ausencia de Cavani, el mejor jugador uruguayo en la Copa (aunque no fue esta la causa de la derrota). La imagen de Giménez llorando como un niño en la barrera de un tiro libre en los minutos finales fue una de las postales de la impotencia de no poder seguir adelante en el Mundial.

Se perdió ante un equipo superior, que comprendió mejor el trámite y que con un incuestionable triunfo sacó chapa y pico de candidato a ser campeón del mundo. Así se fue una de las ocho mejores del Mundial (junto con Brasil, las únicas dos selecciones sudamericanas en esta instancia), mientras que la otra sigue firme en su camino a la gloria.